La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tres visiones sobre Marjane Satrapi, la valiente historietista iraní que es flamante premio "Princesa": lengua larga, arma de futuro y mirada propia

Expertos de distintos ámbitos hablan de una autora que se juega el pellejo por defender los derechos de las mujeres en Irán

Marjane Satrapi: "Si no vuelvo a Irán viva, volveré muerta"

La historietista iraní Marjane Satrapi es el premio «Princesa» de Comunicación y Humanidades de este año, que se falló el pasado martes. Estas son tres visiones sobre una autora feminista que denuncia la represión en Irán.


Por Isabel Carrera, catedrática de Filología inglesa y Directora del Instituto Universitario en Género y Diversidad

En el reciente volumen colectivo de cómic coordinado por Marjane Satrapi, "Mujer, vida, libertad", se nos ofrece una historia compleja del Irán y una genealogía de mujeres singulares, entre las cuales se encuentra Sediqeh Doulatabadi, militante de la revolución constitucional iraní de 1905-1911. En 1919, Doulatabadi fundó la primera revista iniciada por una mujer en el país, "La lengua de las mujeres" ("Zaban-e Zanan"), en referencia irónica a la expresión peyorativa "mujer de lengua larga", utilizada contra las mujeres elocuentes y sin miedo a oponerse al poder. El castigo a dichas mujeres era con frecuencia la asfixia, una aterradora imagen especular de lo que hoy practican los "guardianes de la revolución", golpeando brutalmente a las mujeres en la cabeza cuando su "pecado", el uso inapropiado del velo, se sitúa en ella. Sediqeh Doulatabadi se trasladó luego a Francia, como haría décadas más tarde Marjane Satrapi, empujada por la deriva dictatorial de una revolución diferente, la de 1979.

Satrapi es una de las figuras estelares de ese diez por ciento de iraníes que constituyen la diáspora internacional, en la que están otras como Maryam Mirzakhani, primera mujer en recibir la Fields Medal, el "Nobel" de matemáticas, en 2014. Sus vidas y obras contradicen una percepción demasiado extendida en Occidente, contra la que nos advirtió la teórica feminista Chandra Mohanty, de las mujeres del "tercer mundo" como una sola categoría: víctimas, sin capacidad de acción o teorización. Satrapi misma se define con el neologismo "tercermundana" en contraste con ese estereotipo. Paradójicamente, la dictadura islámica iraní no ha logrado impedir la alfabetización general ni la formación académica de alto nivel de muchas iraníes, algunas de las cuales buscan más formación–y libertad– en el exterior. Los programas de género de la Universidad de Oviedo, especialmente el máster Erasmus Mundus y el doctorado, han contado en décadas recientes con brillantes alumnas iraníes, con interés comprensible en dicha temática. Esta generación joven, que constituye mayoría de la población en Irán, no se resigna a la dictadura religiosa y asombra al mundo al oponerse peligrosamente a un régimen despótico, con un alto coste en vidas. Son mártires bien diferentes de aquellos otros que intenta promover el islamismo oficial, cada vez con menos éxito, entre los hombres jóvenes, que ahora apoyan la revolución feminista "Mujer, vida, libertad", reforzada tras el asesinato de Mahsa Yina Amini en 2022.

La obra de Marjane Satrapi, en sus vertientes de cómic, cinematografía y artes visuales en general, es la de una mujer de gran talento cuyo primer valor es la libertad, antepuesta al dinero o la fama, aunque irónicamente le hayan llegado muy joven: su ya clásico cómic autobiográfico "Persépolis" ha sido leído por millones de personas en el mundo. Satrapi es una artista audaz, inspirada en Irán y en Europa, que cruza fronteras nacionales y de géneros artísticos sin miedo a abordar tabúes, como la sexualidad de las mujeres iraníes de todas las edades ("Bordados", 2003), o figuras icónicas como Marie Curie ("Radioactive", 2019). Esta mujer que aborrece el velo pero defiende el derecho a usarlo en Francia, bastión de su prohibición; que habla contra el fanatismo de cualquier signo, particularmente el del gobierno corrupto de su país de origen, y que se ve como heredera de su abuela independiente y sin pelos en la lengua, nos muestra que, aunque su activismo y su obra artística no tengan el poder que tienen los temibles "guardianes de la revolución", los gestos diarios y el arte son gotas que forman el mar, según el proverbio persa, y que en Irán –y en el mundo– hay muchas "mujeres de lengua larga" dispuestas a perseverar.

Por Ghazaal Hashemi y Neda Naeimi, estudiantes iraníes del Programa de Doctorado en Género y Diversidad de la Universidad de Oviedo

Aunque la idea del «arte por el arte», consolidada en la Europa del siglo XIX, sostiene que la creación artística tiene un valor inherente, independiente de su temática o de cualquier significado ético, social y político, no puede ni debe obviarse que el arte conlleva siempre diversos niveles de significado. Ninguna obra se limita a reflejar el mundo interior del artista, sino que muestra su imbricación con los aspectos culturales y políticos del mundo en el que vive.

Las sociedades teocráticas como Irán imponen sus puntos de vista políticos e ideológicos y ejercen un férreo control sobre los artistas y sus creaciones, poniéndolos al servicio de sus propios fines. El arte producido dentro del país se convierte así en un mero reflejo de las ideologías islámicas obligadas y algunos artistas devienen instrumentos del régimen, integrantes de las fuerzas opresoras. Cuando predomina la represión política y un amplio espectro de obras de arte no conformistas sufren una brutal censura, la responsabilidad de la representación veraz de la sociedad recae sobre los hombros de artistas independientes en la diáspora, capaces de utilizar sus creaciones como una poderosa herramienta para desmantelar la maquinaria propagandística del régimen.

Marjane Satrapi es ese tipo de artista. Ilustradora de reconocimiento internacional, saltó a la fama tras la publicación en Francia de su relato autobiográfico «Persépolis» (2000-2003). En sus diversas facetas artísticas, ha creado imágenes visuales memorables para describir la violencia y la opresión sistemáticas contra las mujeres en Irán, utilizando su arte para rebatir la propaganda del régimen, que afirma falsamente que las mujeres iraníes eligen su estilo de vida y el velo. La mayoría de las mujeres de Irán desprecian el velo obligatorio, pero negarse a seguir el código de vestimenta definido por el gobierno se traduce en detenciones violentas, torturas, encarcelamiento e incluso muerte.

La reciente obra gráfica de Marjane Satrapi, titulada «Mujer, vida, libertad», publicada tras la muerte de Mahsa Amini, la joven de veintidós años asesinada por la policía moral de Irán tras su detención por un velo «inapropiado», es un volumen colectivo que reúne a ilustradores, historiadores, periodistas y activistas de diversas partes del globo, iraníes y no iraníes. Es una impactante colección visual que contextualiza la lucha de las mujeres en Irán, describe los acontecimientos en torno al asesinato de Amini y las oleadas de protestas que siguieron y desembocaron en la actual revolución en el país.

Satrapi afirma que el libro pretende describir de forma realista lo que está ocurriendo en Irán, explicando los complejos acontecimientos del país a un público no iraní, y narrar la primera revolución del mundo liderada por mujeres, que sigue viva y en pleno proceso. El otro objetivo del libro, expone, es transmitir al pueblo iraní el mensaje de que no está solo y que la sociedad civil de Occidente, a diferencia de su clase política, se solidariza con ellos. Los audaces relatos de Satrapi arrojan luz sobre la diversa naturaleza de la resistencia iraní, aspiran a alentar al público dentro y fuera del país y a reforzar la solidaridad internacional, en la esperanza de lograr un futuro mejor para Irán.

Por Jose Santos, jefe de estudios de la Escuela de Arte de Oviedo


Érase una vez una niña iraní que quería ser profeta de mayor. A sus padres les decía que sería doctora; lo que les llenaba de orgullo, como no podía ser de otra forma. Tratando de protegerla del rígido régimen que acababa de instaurarse en Irán, sus padres decidieron enviarla a Europa, siendo ella todavía una adolescente.

De carácter inconformista, en cuanto terminó sus estudios en el Liceo francés decidió que no encajaba en aquella sociedad occidental y se volvió a Irán para estudiar Bellas Artes. Pero todo había cambiado tanto en su país de origen que tampoco encajaba allí. Se casó, se divorció, y huyó a Francia sin tan siquiera graduarse.

Estudió en la Escuela de Artes Decorativas de Estrasburgo y se mudó a París. Fumadora empedernida y siempre vestida de negro, empezó a moverse por los círculos de autores jóvenes que pretendían demoler desde los cimientos el encorsetado mercado del cómic galo.

A través del grupo artístico L’Association, establecieron una serie de patrones que rompían con todo lo anterior de forma drástica. Imponían el uso de la línea sucia y el expresionismo frente al realismo y el perfeccionismo en las formas, la adopción del blanco y negro, la libertad de formato y número de páginas, la presencia de contenidos más autobiográficos, adultos y con trasfondo cultural, y una especial interrelación con otras disciplinas artísticas, como la literatura o la pintura. A este movimiento se le denominó Nouvelle BD.

Dentro de este grupo se encontraban autores como Lewis Trondheim, Christophe Blain, Manu Larcenet o David B. Éste último convenció a la joven Marjane Satrapi para que narrase, mediante un cómic, su infancia y adolescencia. Y es así como nació, publicado originalmente en cuatro tomos, «Persépolis» (2000), la obra multipremiada por la que todos la conocemos. Después vendrían «Bordados» (2003) y «Pollo con ciruelas» (2004).

Todas estas historias tenían un hilo común: Irán, sus gentes, sus tradiciones y sus expresiones artísticas. Lejos de ofrecer una visión edulcorada o cargada de tópicos, Satrapi filtra las pequeñas historias de la gente que la rodea a través de su ácido e irreverente prisma, y las usa para arremeter contra el régimen iraní.

Tras el éxito cosechado por la adaptación animada de «Persépolis» en 2007, nominada al premio Oscar como mejor película de animación, Satrapi se volcó en su faceta de directora de cine, siendo la responsable de títulos como la adaptación a live action de «Pollo con ciruelas» (2011), «La banda de Jotas» (2012), «Las Voces» (2014) o «Radioactive» (2019), una peculiar biografía de la premio «Nobel» Marie Curie.

Cuando algunas voces empezaban a acusarla de alejarse del activismo en sus obras, Satrapi dio un golpe sobre el tablero. Arropada por profesionales de distintas disciplinas y de la mano de diecisiete relevantes dibujantes de cómic de Irán y de Europa (entre ellos los españoles Patricia Bolaños y Paco Roca), coordinó y firmó «Mujer, vida, libertad» (2023), un cómic que arranca con el asesinato de la joven kurda Mahsa Amini a manos de la policía de la moral iraní y traza un crudo retrato del régimen que gobierna su país de origen.

Malhablada (retamos a quien lea estas líneas a que se beba un chupito por cada fuck que salga de su boca en cualquier ponencia que vea en internet), abanderada del compromiso político, el activismo y la contracultura, la reciente galardonada con el premio «Princesa de Asturias» de Comunicación y Humanidades 2024 despliega su personalidad en todo lo que hace. Poseedora de un talento narrativo sin parangón, Marjane Satrapi escribe, dibuja, dirige, pinta... En alguna entrevista reconoce que no sabe cuál será su próximo golpe de timón y bromea con que tal vez sea la danza. De ser así, no nos cabe duda de que seremos testigos de una bailarina única, personal e incomparable.

Compartir el artículo

stats