El Freddie Mercury de La Corredoria no es cantante ni gran bailarín como el de verdad, pero, como dice la leyenda sobre la gran Lola Flores: “no se lo pierdan”. Pablo Díaz Granda, DJ Grand para sus seguidores, tiene 24 años y desde hace dos décadas vive con su familia en el populoso barrio ovetense. Natural de Aller -aunque le nacieron en el Centro Médico-, mamó de sus padres y su tío la pasión por la música y la verbena. Siendo adolescente comenzó a hacer sus pinitos con la mesa y durante el confinamiento saltó a la fama con sus sesiones en directo para vecinos y seguidores de las redes sociales. Desde entonces, ensaya a diario en su cuarto y le llueven las contrataciones, este verano tiene la agenda cargada de actuaciones por Asturias, aunque admite que “sarna con gusto no pica”.

DJ Pablo Grand.

DJ Pablo Grand. lne

DJ Grand tiene el equipo montado al lado de su cama. Ensaya a diario su repertorio de canciones y puestas en escena, aunque intenta hacerlo en horarios prudentes en los que no interrumpa las sesiones de estudio de su hermana o los momentos de descanso de su progenitora. Su cuarto se ha convertido en una especie de laboratorio del que han salido espectáculos que literalmente “lo petan” en las fiestas de prao. Sus interpretaciones del “I want to break free” de Freddi Mercury, una coreografía con una matrícula para animar el “Tuboescape” de Kiko Rivero o sus bailes envuelto en un gran disfraz hinchable con forma de caballo ya forman parte de su sello artístico. “Esta temporada voy a sorprender con algo más”, amenaza.

Dice Díaz Granda que su madre, Adelaida, se ponía los cascos con música clásica durante el embarazo “para que saliera más espabilado”. Quizás acertó, pues hoy, además de artista, es técnico de telecomunicaciones y técnico de imagen y sonido. De la mano de su padre no perdía verbena desde muy pequeño. “Me dormía al lado de los graves y si me iba a casa, cuando estaba en silencio me echaba a llorar”, apunta.

No obstante, la relación más cercana con el espectáculo le llego de su tío Rubén. Este cantaba en orquestas desde bien joven. “No soltaba el micro ni para dormir”, explica el DJ, quien siguió los pasos de su pariente como speaker en carreras de montaña, ayudándole con el montaje del sonido cuando le dejaba.

Afirma no tener ídolos en el gremio y huir de emular a otros colegas. “No tengo ningún referente, me gusta ser diferente y no uno más”, indica para justificar sus originales coreografías y la selección de temas variados en los que el reguetón, el rock, los clásicos poperos y todo tipo de timos latinos conviven con un único fin: “animar el cotarro”. Cuando el público se resiste, recurre a su arma secreta: “El ‘Mentirosa’ de ‘Ráfaga’ nunca falla”.

Pablo Díaz afronta en las próximas semanas la temporada alta de sus salidas con camión escenario para recorrer lo largo y ancho de su querido Principado. Asturiano de pura cepa, orgulloso, allerano y encantado de vivir en La Corredoria, aspira a poder comprar “una casina con prao” en el propio barrio carbayón, donde poder ensayar y hacer sesiones sin riesgo de molestar a familiares o vecinos.

Mientras tanto, conjuga los bolos musicales con su trabajo como técnico de sonido, además de hacer algún cameo en algún rodaje de cine. “Tengo experiencia rodando delante y detrás de las cámaras”, subraya. También ha grabado y protagonizado videoclips. Uno imitando a Freddie Mercury suma varios miles de visualizaciones.

Siempre que puede reivindicar la dura vida del DJ. “Vas a una fiesta y entre el desplazamiento, montar, actuar cuatro horas, desmontar y volver para casa te puedes echar doce horas, perfectamente. Lo digo muy alto, esta profesión lleva muchas horas”, proclama, dejando claro que, en su caso, el sacrificio merece la pena. “Me encanta lo que hago”, añade, admitiendo tener una única espinita clavada en su corta carrera: “Me gustaría actuar en las fiestas de La Corredoria, pero hasta ahora no ha sido posible”. Ahí lo deja.