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La carta del hermano del detenido por el crimen de Soto de Ribera

La familia del parricida de El Picón pide "empatía y respeto" ante su "tormento"

El hijo de la víctima envía una carta a los medios de comunicación en la que les insta a ser "contrapeso al altavoz macabro de las redes"

La familia del parricida de El Picón pide "empatía y respeto" ante su "tormento" LNE

El hermano del parricida de El Picón ha enviado una carta a los medios de comunicación a través de la Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Asturias (Afesa) en la que pide, en nombre de toda la familia, "reflexionar" sobre el impacto que las informaciones sobre el crimen del pasado día 8 en Soto de Ribera han tenido en las personas que se ven envueltas en este tipo de "situaciones trágicas y dolorosas". El también hijo del hombre asesinado reclama "comprensión y empatía", y el "máximo respeto" ante una situación que califica de "tormento".

Entiende "el hijo de la persona recientemente asesinada en Ribera de Arriba y hermano del responsable de este acto atroz" que, se ha "excedido la contextualización necesaria" para entender el suceso, cayendo en algunos casos en el "amarillismo más histriónico".

"La víctima era padre, abuelo, hermano, tío; y su victimario, una persona que es también una parte de nuestra familia, cuya situación nos hace daño y rompe", señala en una carta en la que la familia cree que no se ha tenido una consideración adecuada hacia ellos. "Somos víctimas de hechos tan dolorosos y de unos modos de narrarlo que, lejos de contribuir a superar el duelo, abocan a la desesperación del recuerdo constante".

Por otro lado, afirma que la enfermedad mental "ha estado estigmatizada por siglos y, a pesar de los avances, todavía queda un largo camino por recorrer.". Añade que "no es consecuencia, obviamente, de los medios de comunicación que, como mucho, replican lo que, desgraciadamente, existe en nuestra sociedad".

Además, critica especialmente la "repetición de estereotipos negativos" y cargan sobre todo contra las informaciones y opiniones vertidas en internet sobre lo ocurrido. "La labor de los medios de comunicación debe servir también como un contrapeso que contrarreste ese otro universo paralelo que son las redes sociales, que han servido como un macabro altavoz sin el menor respeto, seguridad, consideración ni empatía".

Llama también a abrir un debate sobre la forma de informar acerca de este tipo de crímenes, apelando a los avances realizados en la forma de comunicar de otros asuntos como, por ejemplo, la violencia de género. Sugiere, por ejemplo, proteger la identidad de las personas, evitar el uso de nombres completos o fotos de casas o lugares que permitan su identificación de las familias de los implicados en los crímenes.

La carta del hermano del detenido por el crimen de Soto de Ribera

Un largo camino por recorrer

Estimados medios de comunicación:

Nos dirigimos a ustedes con la profunda necesidad de reflexionar sobre el impacto de sus acciones en las vidas de las personas que se ven envueltas en situaciones trágicas y dolorosas.

Soy hijo de la persona recientemente asesinada en Ribera de Arriba, hermano del responsable de este acto atroz. Hablo no sólo en mi nombre, sino en el de mi familia y, estoy seguro, de muchas otras familias que han sufrido, como la nuestra, los estragos que una enfermedad mental puede hacer, en quien la padece y en su entorno.

La muerte de un ser querido siempre es dolorosa, pero cuando se produce en las circunstancias tan terribles, en la forma y autoría, como las que nos ha tocado vivir a nosotros, ese dolor se convierte en un tormento.

Antes de continuar, queremos aclarar que esta carta no está dirigida a un medio o a un profesional en particular, ni supone, tampoco, una censura concreta a ninguno de ellos. Como decía al inicio, el objetivo es abrir un debate sobre cómo se informa sobre determinados asuntos, pues ese cómo tiene efectos que influyen de forma decisiva en las otras víctimas concernidas, implícitamente, en los mismos, con impactos negativos que se añaden a los que ya estamos viviendo.

Al igual que el tratamiento de alguno de los crímenes más impactantes de este país supuso un antes y un después en la narración de sucesos particularmente escabrosos, o el cambio en el abordaje de los asesinatos por violencia de género, esperamos que ahora podamos sentar las bases para revisar cómo informar de casos tan dramáticos como el que a nosotros nos toca vivir.

Entendemos que un suceso de este calibre sea recogido por los medios de comunicación y esta carta no pretende cuestionarlo. Otra cosa es el tratamiento informativo que se ha dado que, en nuestra opinión, ha excedido la contextualización necesaria para entender la noticia. Casi podría decirse que, en algunos casos, el amarillismo más histriónico fue la guía, sin otro sentido que el de mantener un clímax sostenido de un bizarrismo imposible, pues el propio hecho no dejaba lugar para escalar en lo más profundo y negro del comportamiento humano.

Lo peor es que, después de esta semana horrible, sabemos que esto no ha acabado y tememos que la herida vuelva a abrirse mañana, o cuando comience el juicio, en un mes o en un año, recuperando imágenes y relatos que no siempre se atuvieron a la verdad, con informaciones erróneas y hasta inventadas. Dicen que las palabras se las lleva el viento, pero no las que se publican ni las que se emiten: ésas continúan después en el tiempo. Es por esto que sentimos la urgencia de dirigirnos a ustedes, con la esperanza de lograr comprensión y empatía para quienes somos víctimas de hechos tan dolorosos y de unos modos de narrarlo que, lejos de contribuir a superar el duelo, abocan a la desesperación del recuerdo constante.

La víctima era padre, abuelo, hermano, tío; y su victimario una persona que es también una parte de nuestra familia cuya situación nos hace daño y rompe.

Sabemos que existen códigos deontológicos, como el de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), o el Código Europeo de Deontología del Periodismo, y hasta una guía de estilo sobre Salud Mental del Ministerio de Sanidad. Sinceramente, creemos que ninguna de ellas se ha seguido en este caso y en tantos otros que afectan a personas que padecen algún tipo de enfermedad mental. Quizás discrepen de esta visión, pues es duro a veces hacer una autoevaluación para comprobar que nuestra responsabilidad social, en su caso, como profesionales de la información, no ha mantenido una consideración adecuada hacia aquellas otras víctimas que, a diferencia del fallecido, tienen que sobreponerse al dolor y seguir caminando con la dura carga de un parricidio.

La enfermedad mental ha estado estigmatizada por siglos y, a pesar de los avances, todavía queda un largo camino por recorrer. Se trata de una situación que no es consecuencia, obviamente, de los medios de comunicación que, como mucho, replican lo que, desgraciadamente, existe en nuestra sociedad. Sin embargo, en unos momentos en los que se debate sobre enfoques más humanos de la realidad, en una época en la que, por primera vez en la historia, se trata de desestigmatizar a quienes padecen una enfermedad mental, creemos que es necesario exigirles, por su papel clave en la generación de conciencia y de transformación social, el máximo compromiso para abordar este tipo de informaciones con el máximo respeto.

Las palabras hacen daño, mucho daño, y la repetición de estereotipos negativos solo contribuye a un sensacionalismo innecesario. Frente a ello, la labor de los medios de comunicación debe servir también como un contrapeso que contrarreste ese otro universo paralelo que son las redes sociales, que han servido de forma paralela como un macabro altavoz sin el menor respeto, rigurosidad, consideración ni empatía.

Creemos que ese nuevo abordaje debe intentar proteger la identidad de las personas, y eso incluye no sólo evitar el uso de nombre completos, sino también de otro tipo de datos que permiten su identificación, como fotografías de la casa, o la inclusión de otros datos, gráficos o imágenes que contribuyen a aumentar el dolor de las víctimas, en una recreación innecesaria de datos morbosos y hasta macabros.

Apelamos, pues, a los códigos deontológicos y sobre todo a su sentido de la humanidad para favorecer una nueva dinámica que permita encontrar el equilibrio necesario entre la información y la protección del bienestar emocional, o, al menos, de no contribuir a su desestabilización, de las personas afectadas por tragedias como la nuestra.

Atentamente.

Daniel Pedro Rodríguez Vázquez, Presidente de AFESA Salud Mental Asturias, en nombre de la familia del autor y de la víctima del crimen de soto de ribera

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