Las señas de identidad de un pueblo son todo aquello que permite a sus vecinos reconocerse y mostrarse al mundo. Sus tradiciones culturales y sociales juegan un papel esencial en esa conformación de la idea colectiva, aunque también lo hace la visión que tienen sobre el territorio aquellos que no viven en él.

Sobre esta idea habló ayer en Cabrales la historiadora y antropóloga llanisca Fe Santoveña, en una conferencia titulada "Vi que bajaba de un cerrro. Elementos de conformación de la identidad cabraliega". El acto sirvió de inauguración de la tercera edición deI Válgame Fest, que tendrá lugar en Arenas hasta el próximo domingo 12 de mayo.

Esa identidad que tiene Cabrales, como la de cualquier otro concejo, no es sencilla de describir. Como bien dice la historiadora, "no es solo como uno se siente cabraliego, sino también cómo ven y entienden los demás lo que significa serlo".

A día de hoy, decir Cabrales puede evocar un territorio algo aislado, de comunicación complicada, aunque también significa naturaleza, gastronomía y folclore, y no solo como conceptos generalizados sino materializados en imágenes, sonidos y nombres propios.

Cuando a Fe Santoveña le preguntan cuáles son esos elementos que caracterizan a Cabrales, la antropóloga responde que son cuatro, tal y como se proyecta a aquellos que no viven en el propio municipio, y son: los Picos, el queso, el Corri-Corri y el traje de aldeana.

Como experta antropóloga, considera que para entender la realidad de esa identidad propia es importante tener en cuenta cuestiones de antropología socio-cultural: "Todo surge a mediados del siglo XIX cuando las élites culturales, económicas y políticas van a buscar en el pasado, en las costumbres tradicionales, en el folclore y en el romance, los elementos y raices de su identidad", explica.

Según analiza, serían entonces estas élites las que decidirán los principios que fundamentarán lo que significa ser asturiano. "Ellos trabajaban y vivían en la zona central de Asturias, por lo tanto los elementos que se fijaron como propios de la tradición y cultura asturiana son los que conocían en los lugares donde se estaba produciendo un proceso de cambio a través de la industrialización", concreta.

En ese sentido, Cabrales, como otros tantos municipios de la zona del Oriente y Occidente formarían parte de la llamada "otredad": "Para estos intelectuales somos la esencia primitiva de la Asturias que nunca ha sido manchada por esa industrialización", explica. Pero, ¿qué elementos propios destacan en este concejo en la actualidad?

Por un lado, Santoveña señala los Picos, por tratarse de un municipio montañoso. Tradicionalemente, tal y como relata, cuando alguien fuera de la zona dice "voy pa Picos", se está refiriendo a Cabrales. Un municipio que ya a principios del siglo pasado comenzaba a ponerse de moda para practicar el alpinismo: "El primero en subir al Picu Urriellu fue en 1904 Pedro Pidal Bernaldo de Quirós, junto a Gregorio Pérez "El Cainejo"", señala.

El queso cabrales sería otra seña de identidad del concejo, incluido en las listas más destacadas de las variedades queseras del mundo: "Hoy, con su Denominación de Origen Protegida se ha convertido en uno de los atractivos más interesantes de la identificación cabraliega". De hecho, señala, la primera vez que se llevó a cabo el certamen de esta joya gastronómica fue en 1968, aunque no sería hasta 1972 cuando se popularizó.

El tercer elemento es el baile por excelencia de Cabrales, el Corri-Corri que, igual que ocurrió con el Pericote de Llanes, sufriría un proceso de transformación que lo convertiría un símbolo más del concejo. La primera referencia en prensa de esta danza data de 1909: "En solo una década deja de ser únicamente popular en Arenas, se estructura un grupo folclórico para llevar el baile a otras ciudades para que todo el mundo lo vea y se convierte en otra seña de identidad", explica.

Finalmente, añade el traje de aldeana, una indumentaria que continúa "viva" y que se utiliza tanto en Cabrales como en Llanes para las manifestaciones festivas y religiosas: "No hay diferencias morfológicas reseñables entre ellos", puntualiza Santoveña. No obstante, tal y como constata, sería el municipio cabraliego el que saldría perjudicado cuando pasa a ser conocido por muchos como "traje de llanisca" para diferenciarlo de otros trajes regionales: "Aunque es sin duda es el identitario de toda la comarca", declara.

La historiadora reflexionó igualmente sobre las consecuencias derivadas de explotar turísticamente la idea de un territorio singular con sus claras señas identificativas: "Uno va a esos lugares marcados como sitios particulares con elementos culturales muy llamativos, y se genera un interesante desarrollo económico en torno a las expectativas de esos visitantes que buscan lo auténtico". De ahí, admite, se producen cambios positivos, pero también negativos a los que es necesario poner el foco, como son, "la masificación, el deterioro del paisaje o la propia pérdida de la identidad original", concluye.