Aunque no parezca nada fácil establecer semejanzas entre Sánchez y Feijóo, en el fondo algo muy importante los une, su naturaleza provisional. En el caso de Sánchez es bastante evidente, como propia de una vida política de superviviente que va saliendo de una trampa mortal tras otra, con su contrario aguardando a que caiga de una vez. El caso de Feijóo es distinto, pero, aparte de la provisionalidad que proyecta sobre él su contrincante, a cuya suerte está unida la suya, sobrevive en el medio más hostil, el de los compañeros de partido, que cuchichean su condición de líder de transición a la espera de la que ha de venir. Los dos acumulan prórroga tras prórroga, y se inyectan vitaminas uno al otro: Sánchez ha recibido la del último acoso antisanchista sufrido, que unifica a los suyos, y Feijóo ha logrado renovar su antisanchismo como programa único, librándose otra vez de presentar el suyo.
