Elvira Fernández tenía 10 años cuando estalló la Guerra Civil. Sus padres la mandaron desde Mieres al Puerto Pinos, donde vivió un tiempo con unos tíos sin hijos. Los pastizales leoneses que poco antes había comprado el Ayuntamiento de Mieres en subasta pública protegieron a aquella niña del hambre y parte de las penurias de la posguerra. Elvira tiene hoy 98 años y recuerda con cariño sus años en la zona alta de La Cubilla. "No me parece bien que la gente de Babia quiera impedir que los ganaderos asturianos lleven sus vacas a Pinos, como siempre han hecho en buena armonía". Ella, mejor que nadie, puede atestiguar la histórica vinculación del Puerto Pinos con Mieres, más allá de rencillas territoriales.
Elvira Fernández fue ayer agasaja en el encuentro anual del centro social de personas mayores, un equipamiento que cuenta con 6.400 socios, Junto a ella fue homenajeado otro mierense con pedigrí. Julio González tiene 96 años y creció en el valle de La Villa. También mantiene firme su tesón reivindicativo: "Es una pena que se haya abandonado este barrio fundacional de la ciudad, dejando campar a las constructoras", apunta. Asegura que "solo hay una Villa". Y lo dice alguien que cuando sus familiares le llevan a pasar un día a Candás, enseguida reclama "regresar a Asturias". Mieres tiene para él dimensión autonómica.
Julio González y Elvira Fernández fueron los principales protagonistas de la fiesta de aniversario del centro de personas mayores de Mieres, que ya cuenta con 24 años de vida. La asociación de usuarios, con más de 1.100 miembros, hizo ayer una sorprendente petición: "Es hora de que el Principado tramite la licencia de apertura del centro, algo que llevamos años reclamando", señaló José Antonio Álvarez, presidente del citado colectivo. La directora del centro, Gema Suárez, destacó la intensa actividad del equipamiento. José Antonio Álvarez subrayó al respecto que el fin último es promover "un envejecimiento activo y saludable".
